Los manglares son ecosistemas complejos, que se desempeñan como zonas de transición entre la tierra y el mar, en el que habitan muchas especies entre sus raíces, troncos y ramas.
Árboles y arbustos resistentes que crecen en suelos salinos, húmedos y fangosos de las costas tropicales y subtropicales.
Son utilizados por algunas especies marinas de interés comercial, como zonas de refugio, reproducción y crianza; peces, crustáceos -utilizados por juveniles de camarones como alimento para su desarrollo-, moluscos bivalvos, jaibas, entre otros.
La mayoría de gran importancia para comunidades costeras que dependen de la pesca ribereña o artesanal.
Manglar: Cunero de especies de importancia comercial.
Además de apoyar en la reconstrucción de las pesquerías y restaurar la vida marina, también sirven como barrera contra fenómenos naturales, como los huracanes y la erosión costera.
Sin embargo, en la actualidad estos ecosistemas de humedales cobran mayor notoriedad por su capacidad de absorber carbono de la atmósfera con más eficiencia que otro tipo de ecosistemas costeros, convirtiéndose en uno de los principales aliados en la lucha contra el cambio climático.
Según la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) a pesar de representar solo el 3% de la cubierta forestal mundial, los manglares contienen carbono equivalente al 10% de las emisiones globales.
Sus amplios beneficios sugieren que la restauración de manglares tiene potencial relacionado con la conservación de la biodiversidad, la mitigación del cambio climático y el desarrollo sostenible.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP, por sus siglas en inglés) por cada dólar que se invierte en restauración de manglares, se obtienen al menos 9 dólares en beneficios económicos.
Los más lucrativos son la pesca, la protección de las costas y la producción de madera. Asimismo, la conservación de estos ecosistemas también abre la posibilidad de integrar alternativas económicas de servicios culturales y recreativos, a través del turismo.
En la Bahía de La Paz, alternativas como el avistamiento de aves y el senderismo interpretativo, son una posibilidad. En estos ecosistemas, además de habitar aves playeras de la región, también arriban aves migratorias de interés para los practicantes del aviturismo, al formar estos humedales parte del corredor migratorio del Pacifico. Asimismo, por su cercanía, algunos manglares aledaños a la ciudad de La Paz ofrecen la posibilidad de experimentar sus senderos y canales de agua a turistas, con el acompañamiento de guías de naturaleza certificados.
Los residentes de las costas. Hábitat de las aves playeras y estrategias de conservación
Los manglares se encuentran en constante modificaciones debido a los fenómenos meteorológicas de corto plazo y prolongados, como el cambio climático, no obstante las acciones de los humanos son las que generan más afectaciones, por ejemplo por la construcciones de infraestructura urbana, como carreteras y desarrollos inmobiliarios, que reducen el área de los manglares u obstruyen vías de intercambio de agua de mar, además de la contaminación por basura y desechos humanos en los sitios.
En La Paz Partner Conservancy, estamos conscientes de que la reforestación y conservación de estos humedales no es una tarea fácil, al ocupar los manglares un entorno de alto estrés y ser tan sensibles a los cambios de salinidad, la estructura de sus bosques y la temperatura, por ello en convenio con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), asociaciones de la sociedad civil, como Efecto Arena A.C. y la academia, estamos realizando esfuerzos para emprender la restauración del manglar de Puerto Gato, que cuenta con una superficie de alrededor de 4 hectáreas, dentro del Área de Protección de Flora y Fauna Balandra (APFFB).
Con estos esfuerzos creemos que contribuiremos al desarrollo sostenible de La Paz.